El surrealismo de la guerra, la dificultad de crecer, el poco respeto a la naturaleza, la incompetencia moral, la estupidez humana, los estereotipos sociales o la flaca solidaridad del ser.

La música, la danza, la fotografía, la creación digital, la poesía, la escena, todo se convierten en un mero instrumento puesto al servicio de un lenguaje único, creado para conseguir que el espectador se remueva, reflexione, se excite, se enoje, se apasione, se baile, se deje volar.